Cuadro cuadrado abstracto minimalista con trazos negros gruesos y texturizados sobre un fondo blanco. La composición crea una figura indefinida que parece fluir orgánicamente. Los colores predominantes son el negro y el blanco, con un enfoque en la textura de los trazos, lo que añade un toque rústico y artesanal. Este cuadro evoca una sensación de misterio y profundidad, ideal para ambientes contemporáneos, industriales o minimalistas. Combina bien con tonos neutros como gris, blanco y beige, y en espacios con decoración metálica o de madera natural.